... Y queremos construir un mundo mejor

Todo empezó con dos hermosas estrellas, signo de victoria, reflejo de grandes alegrías y significado de un acontecimiento importante no sólo para un club de hinchas sino para un país. Esas dos pobres luces fueron el oleaje que impulsó un tsunami de acontecimientos que confluyen en el núcleo de la sociedad “La Familia”. Allí es donde se fundamentan los valores, los principios, la moral, la ética, la espiritualidad, son los padres los encargados de enseñar a los hijos a enfrentarse al mundo. Pero curiosamente vemos que también es un lugar de contradicciones, existen algunos ejemplos: Los padres piden a sus hijos decir siempre la verdad, sin embargo cuando llega algún cobrador … los mismos padres esta vez le piden a sus hijos… digan que no estoy. Esto crea confusión, digo o no digo mentiras. Encontramos familias donde se le inculca a los hijos algunos llamados principios, por medio de frases como: “dele duro, no se deje, usted no es manco”, “eso se lo compré con mucho esfuerzo, no se lo preste ni a su mamá”, “tan lindo mi niño aún no dice papá, pero ya sabe decir …”, “mi hijito hermoso con dos añitos y sabe tomar cerveza”. Y después nos quejamos de los niños envidiosos, egoístas, orgullosos, mentirosos, groseros, violentos, soberbios, burlones. Además nos quejamos de una sociedad intolerante, falta de solidaridad, violenta, que discrimina, y que se aprovecha de los más pequeños e indefensos. Podemos reconocer que el meollo del asunto se encuentra en la familia, es allí donde los niños aprenden comportamientos, formas de pensar, de hablar, incluso de sentir, porque ven los mismos comportamientos en los adultos y posteriormente los van replicando a lo largo de su vida. Algunos que han aprendido valores en su hogar tratan de vivirlos y aplicarlos en su vida laboral, familiar, profesional y comunitaria. Otros por el contrario seguirán con su falta de valores o antivalores mostrándose al mundo como los únicos capaces de ser auténticos y aprovechar toda situación y ocasión. Recientemente y en aras de la llamada transparencia los medios de comunicación dieron a conocer las declaraciones de las directivas del Club Millonarios de “entregar los títulos obtenidos cuando sus dueños eran narcotraficantes” como lo menciona Antonio Caballero en su columna Quo usque tándem…?; otra noticia dio la vuelta al mundo cuando una película norteamericana pintó al profeta Mahoma como un delincuente, “el filme abiertamente difamatorio llevó a que turbas violentas atacaran las embajadas de Estados Unidos en países musulmanes, en un caso de fanatismo” así lo expresa Daniel Pacheco en su columna Blasfemia laica; por su parte en Colombia encontramos casos de niños reclutados por los grupos al margen de la ley, afirma Natalia Springer “que toda esta brutalidad no sólo señala la brutalidad extrema contra los niños sino que expone nuestra incapacidad para protegerlos”, en un ámbito en el que se habla de una salida negociada al conflicto armado, de los diálogos de paz que próximamente se celebrarán en Oslo con el fin de conseguir la paz para el pueblo colombiano, pero como dice Juan José García en su columna Con tal de que los nietos vivan en paz: “la paz no nace ni de los diálogos, ni de las estrategias políticas, nace en cada individuo y en su entorno del hogar que le irradian”. Estos acontecimientos son algunos de los muchos que nos permiten reflexionar sobre el papel fundamental de la familia en la sociedad y el mundo, pero especialmente de la tarea de ser padres en el mundo de hoy, como dice el Salmo 127 en la Biblia: “los hijos son flechas lanzadas de día”, debemos revisar cómo preparamos a nuestros hijos para lanzarlos a la sociedad actual y qué aporte harán ellos para construir un mundo mejor.

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